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pinturas rupestres

Situado a unos 200 metros sobre una ligera elevación, se asientas dos abrigos que contienen pinturas rupestres, con imágenes naturalistas y escenas de caza. En las pinturas se aprecian objetos, como cestas o vasijas. También se pueden observar animales flechados.
La época que fueron representadas corresponde al periodo del Neolítico (4500 años a.C.), enmarcando a nuevos pobladores que se asientan en grandes cuevas, cercanas a corrientes de agua, en las partes más solanas y situadas en altura para vigilar sus territorios.

 

SU DESCUBRIMIENTO

La primavera del mes de abril del año 1988 dos exploradores y estudiosos de restos medievales de la provincia de Castellón decidieron visitar Palanques. El investigador Vicente Forcada y su amigo Antonio Hornero querían encontrar posibles restos medievales presentes en su término municipal. Hornero mientras recorría los aledaños de Palanques se percató de una mancha rojiza que le llamó poderosamente la atención. Era la pintura rupestre de dos grandes jabalíes plasmados en la pared rocosa de un pequeño abrigo localizado muy cerca del pueblo. Así, por casualidad, fue como quedaron descubiertas para el mundo unas de las pinturas rupestres levantinas más importantes que existen. En las semanas siguientes al sorprendente hallazgo los arqueólogos más importantes en arte rupestre levantino empezaron a estudiarlas con detalle. El arqueólogo valenciano Norbert Mesado i Oliver fue el encargado de realizar el minucioso estudio de las mismas. Entre otras muchas cosas describió figuras rupestres únicas que las diferencian del resto de pinturas del arte rupestre del arco mediterráneo de la península Ibérica como la presencia de una mujer, un cazador sosteniendo una víbora y un enorme jabalí.

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SU IMPORTANCIA

Las pinturas rupestres naturalistas del Cingle de Palanques pertenecen al periodo Neolítico. Tienen una antigüedad de más de 5000 años. Están formadas por más de 30 figuras compuestas por varios grupos de cazadores y animales salvajes. Las pinturas se distribuyen entre los abrigos llamados A y B, dos covachas muy cercanas.
En el abrigo A, localizado en una zona más elevada de la montaña, aparecen dos escenas de caza pertenecientes a dos horizontes cronológicos diferentes. El primer periodo está formado por un grupo de tres jabalíes adultos, dos jabatos y un grupo de cazadores que los acechan. De entre todo el conjunto pictórico destacan varias figuras: el gran cazador, una mujer y un enorme jabalí. El cazador estático y jefe de la tribu sostiene con su mano derecha un arco mientras con el dedo índice de su mano izquierda da una orden a un grupo de cazadores. A su lado se muestra, probablemente, la figura más importante del conjunto pictórico: una mujer pequeña, encogida y con los brazos acodados en una clara actitud de sumisión ante el gran jefe cazador. El arqueólogo, Norbert Mesado, apunta que puede tratarse de la mujer del jefe. Se trata de una de las poquísimas figuras femeninas que aparecen en todo el arte rupestre levantino, de ahí su enorme importancia. Finalmente la tercera pintura destacada de la cavidad es un enorme jabalí herido por múltiples flechas. Se trata de uno de los jabalíes más grandes que existen en el conjunto de pinturas rupestres levantinas.
En el abrigo B, ubicado a la izquierda del A y en un lugar más bajo de la montaña se encuentra una figura importantísima y única dentro del conjunto pictórico levantino. Se trata de la imagen de un cazador que sostiene un arco en posición de disparo y en el brazo lleva cogida una víbora hocicuda (Vipera latastei). La pintura tiene una importancia extraordinaria. Los cazadores del Neolítico emponzoñaban la punta de las flechas con el veneno de las víboras. De esta manera cuando conseguían clavar sus puntas envenenadas en el cuerpo de los animales, estos iban poco a poco durmiéndose por el efecto del veneno. Más tarde seguían su rastro y conseguían acabar con su vida de una manera más rápida y eficaz.

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CÓMO LLEGAR


El acceso a los abrigos del Cingle de Palanques se inicia desde el centro del pueblo. Es un paseo sencillo y agradable. Nos dirigiremos a la plaza de la iglesia y desde allí hasta el mirador del Bergantes, un lugar espléndido para tener una vista general del vecino pueblo de Sorita y del meandro que dibuja el río Bergantes a su paso por Palanques. Pasaremos por el lado del cementerio y nos dirigiremos a la cima del cingle donde descubriremos los restos derribados de una torre y una muralla de piedra seca. Desde la cota más alta de esta zona conocida como el Romeral descenderemos unos 60 metros hacia el sudeste. Pasaremos por varios abrigos sin restos prehistóricos para llegar finalmente a los dos abrigos rupestres protegidos.


 

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